Manto es diseño sensible contemporáneo que integra la tradición artesanal de las hilanderas y los tejedores de los pueblos originarios del norte argentino con la herencia del oficio de la sastrería de la ciudad.

Manto pone en valor la precisión absoluta del saber hacer manual, respetando la vocación de todos los involucrados en el proceso creativo y productivo.
Manto recupera la sensibilidad profunda de valores atemporales que se resume en una elegancia extrema que trasciende todas las modas.
Manto es la dignidad y el respeto de un legado cultural representado en un objeto único e irrepetible.

Manifesto

Manto es diseño y artesanía contemporánea.
Es la relación del pueblo y la ciudad.
Es poner en valor el saber hacer.
Es la elegancia recuperada en su esencia.
Es la dignidad y el respeto de un legado cultural.
Es el compromiso con la herencia histórica.

“Manto nació de mi atracción hacia la naturaleza y la diversidad cultural. Cuando soñé este proyecto busqué conectarme, convivir y cooperar con las comunidades del noroeste argentino.
El medio para lograrlo fue un emprendimiento textil a través del cual los pueblos originarios pudieran expresar sus valores humanos y mostrarle al mundo la calidad de su trabajo, de su saber hacer. Los diseños de Manto evidencian la simpleza, la belleza y el calor humano,”
Clara de la Torre

“Para mi Manto es una marca pura y genuina que, desde sus inicios, representa un sentimiento de pasión y dedicación.
Es la riqueza de un proyecto que habla de los valores y el compromiso que asumimos con nuestra tierra.”
Diana Dai Chee Chaug

“Manto me conecta con la belleza de lo esencial y lo inequívoco de lo universal. Me permite dialogar con lo social desde una perspectiva antropológica y me invita a vivir amablemente donde lo crudo y lo bello se manifiestan.”
Veronica Olavide Goya

Origen

La inquietud del viajero es la que lo mueve al descubrimiento de nuevas
experiencias sensitivas, acercándolo a culturas que quizás le eran desconocidas.
Lo cautiva esa necesidad de establecer vínculos con otras personas, sentir su presencia, su identidad, sus voces e incluso, sus silencios.

Hace 25 años atrás, movida por una búsqueda personal, Clara de la Torre sintió esa
necesidad de descubrir una cultura que estuviera fuertemente vinculada con la
naturaleza en su hacer cotidiano, en su modo de vivir y de trabajar. Soñaba con
llevar a cabo un proyecto que le permitiera propiciar un intercambio de saberes a través de un camino creativo compartido con otras personas.

En 1996, Clara emprendió una serie de viajes de reconocimiento por la región del
norte argentino en busca de una cultura que se identificara con la filosofía que
buscaba. Unos años más tarde, junto con su amiga y socia Diana Dai Chee Chaug,
al escuchar las historias de vida de una comunidad andina coya, descendientes de
los Aymara, que habitaban en el pueblo de San Isidro en Iruya (Salta) quisieron
conocerlos y viajaron juntas al lugar. Entre los Cerros que se elevan a 3.000 metros
de altura, se sintieron cautivadas por un pueblo de artesanos que hilaban y tejían
mientras cantaban, que reían de una manera franca y simple, que resguardaban en su timidez la grandeza de su sabiduría.

A partir de aquellos primeros encuentros, la gente les fue abriendo las puertas de
sus hogares, dejándolas entrar en un mundo en el que persisten técnicas
ancestrales de trabajo, bajo un marco de sensibilidad y respeto con el saber hacer
heredado por tradición.

Aquel proyecto soñado tomó el nombre de Manto, derivado de la palabra
Anaqmanta que, en voz quechua, significa “del cielo”, “de arriba”. Un manto
que se hila y teje en la altura de los cerros, un manto que se termina de
confeccionar en el llano de la ciudad de Buenos Aires, un manto que nos
protege, abriga y conecta con la naturaleza.

Manto es diseño sensible contemporáneo que integra la tradición artesanal de las
hilanderas y los tejedores de los pueblos originarios del norte argentino con la
herencia del oficio de la sastrería de la ciudad.

En 2008, Verónica Olavide se acercó a Manto para desarrollar y abrir mercados
internacionales, involucrándose 6 años más tarde como socia por afinidad con el proyecto. De esta manera, se terminó de conformar un trío de emprendedoras incansables que vinculan a todos los actores que hacen posible este proyecto.

Proceso

Esquila y Descerdado

Las familias de artesanos crían sus propias ovejas y llamas.

La oveja se cree que es más resistente y durable.

Y la llama más suave y caliente.

La fibra de llama es más larga que la de oveja.

Cada parte del animal tiene características diferentes y se utiliza para distintas prendas.
El lomo del animal siempre es más suave y delicado.

El animal es esquilado a mano, de a uno y el vellón de pura fibra se somete a un largo y minucioso proceso de descerdado y limpieza manual donde se le saca el “picho” (como ellos lo llaman) y se separan las fibras más cortas de las más largas.

Esta limpieza se completa con un lavado a mano, muchas veces en el río, con coipa (carbonato de sodio).

Hilado a Mano

El hilado requiere de una extrema precisión y delicadeza.

Las mujeres bajan al río donde cada año construyen una pirca circular (muro bajo, de piedras sin labrar calzadas a mano) allí colocan unos palos y extienden una tela para que les aporte sombra.

Desvían un hilo del río hacia la pirca para que un “chorrito de agua” caiga sobre su torno hidráulico, este “chorrito” muchas veces es compartido y allí se hilan historias y sentires.

La fibra se estira y amasa hasta formar una hebra.

Luego se unen dos hebras y se retuercen con el torno para formar un hilo bien resistente. Este se utilizará para armar la urdimbre.

Para la trama se utiliza un hilo de una sola hebra y más fino.

Cada hilandera tiene una característica particular e individual que la hace única.

Los hilos pueden ser más gruesos o finos.

Más rústicos o suaves, dependerá de las cualidades que quiera aportar.

Mientras se va hilando y retorciendo el hilo se va ovillando.

Para tintar este ovillo hay que pasarlo a la madeja.

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Proceso

Esquila y Descerdado

Las familias de artesanos crían sus propias ovejas y llamas. La oveja se cree que es más resistente y durable. Y la llama más suave y caliente. La fibra de llama es más larga que la de oveja. Cada parte del animal tiene características diferentes y se utiliza para distintas prendas. El lomo del animal siempre es más suave y delicado.
El animal es esquilado a mano, de a uno y el vellón de pura fibra se somete a un largo y minucioso proceso de descerdado y limpieza manual donde se le saca el “picho” (como ellos lo llaman) y se separan las fibras más cortas de las más largas Esta limpieza se completa con un lavado a mano, muchas veces en el río, con coipa (carbonato de sodio).

Hilado a Mano

El hilado requiere de una extrema precisión y delicadeza.
Las mujeres bajan al río donde cada año construyen una pirca circular
(muro bajo, de piedras sin labrar calzadas a mano) allí colocan unos palos y extienden una tela para que les aporte sombra. Desvían un hilo del río hacia la pirca para que un “chorrito de agua” caiga sobre su torno hidráulico, este “chorrito” muchas veces es compartido y allí se hilan historias y sentires.
La fibra se estira y amasa hasta formar una hebra. Luego se unen dos hebras y se retuercen con el torno para formar un hilo bien resistente. Este se utilizará para armar la urdimbre.
Para la trama se utiliza un hilo de una sola hebra y más fino. Cada hilandera tiene una característica particular e individual que la hace única. Los hilos pueden ser más gruesos o finos. Más rústicos o suaves, dependerá de las cualidades que quiera aportar. Mientras se va hilando y retorciendo el hilo se va ovillando. Para tintar este ovillo hay que pasarlo a la madeja.

Tintes

Para tintar, se recolectan plantas, cortezas, semillas, hollines , flores o especies de la zona para lograr tintes naturales, se prepara la cantidad suficiente para una sola tela. Para la preparación de un color más intenso se utiliza anilina tomando todos los recaudos necesarios. El agua restante se utiliza para sacar tono sobre tono, en un degradé que propone un sinfín de posibilidades.

Se prende el fuego a leña, al aire libre donde se colocan las ollas, una vez que el agua está caliente se va incorporando lo que va a aportar color, se sumerge la madeja con paciencia, revolviendo, observando y dejando descansar hasta llegar al color deseado.

Nuestra intención es seguir investigando los tintes naturales.

Tejidos

El uso de los textiles es ritual aún en estos tiempos. El textil es una estructura conformada por urdimbres y tramas cargadas de símbolos y significados que vienen de lejos y de todos los tiempos.

Todos los tejidos de Manto están realizados en telares criollos compuestos por cuatro horcones bajos y dos largueros, sobre el cual cruza otro travesaño del que cuelgan los lisos o illaguas y por debajo de estos van las pisaderas o pedales. Por las illaguas pasan muchos hilos y por cada uno de ellos pasa un hilo de la urdimbre. Es precisamente el armado de la urdimbre el que determina el patrón de color y diseño de la tela que se va a tejer. La tela va atada en un extremo al palo para urdir y este, a su vez, va atado a dos estacas que están clavadas en el suelo.
En el otro extremo se ubica un cilindro grueso de madera o pintuna que está sujeto en sus extremos por un eje de madera en los primeros horcones, en los cuales se va envolviendo la tela ya tramada.

La pala para tejer conlleva un valor intrínseco, se suele heredar de generación en generación. Es una especie de larga cuchilla o vara de algarrobo con un filo y un lomo. Tramada la tela se golpea con la pala tres veces, se cruza el peine con los pedales, se vuelve a tramar y a golpear con la pala de algarrobo tres veces, en un movimiento repetitivo que demanda atención, precisión y dedicación para que el hilo no se corte y el tejido mantenga una adecuada tensión y estructura. La tela define la armonía y el ánimo del tejedor.

El ancho de la tela lo determina el peine, que es de 0,80 cm de ancho y el largo lo determina la propia extensión del terreno, pero no suelen superar los 8 mt.
El acto de tejer refleja el espíritu libre del pueblo y conforma una imagen muy característica del lugar. Se da al aire libre, resguardándose del sol y mirando hacia la quebrada, al cerro o un duraznero, siempre en contacto con la naturaleza. Cuando llueve o el viento sopla fuerte, no se teje.

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Tintes

Para tintar, se recolectan plantas, cortezas, semillas, hollines , flores o especies de la zona para lograr tintes naturales, Se prepara la cantidad suficiente para una sola tela.

Para la preparación de un color más intenso se utiliza anilina tomando todos los recaudos necesarios.

El agua restante se utiliza para sacar tono sobre tono, en un degradé que propone un sin fín de posibilidades.

Se prende el fuego a leña, al aire libre donde se colocan las ollas, una vez que el agua está caliente se va incorporando lo que va a aportar color, se sumerge la madeja con paciencia, revolviendo, observando y dejando descansar hasta llegar al color deseado.

Nuestra intención es seguir investigando los tintes naturales.

Tejidos

El uso de los textiles es ritual aún en estos tiempos.

El textil es una estructura conformada por urdimbres y tramas cargadas de símbolos y significados que vienen de lejos y de todos los tiempos.

Todos los tejidos de Manto están realizados en telares criollos compuestos por cuatro horcones bajos y dos largueros, sobre el cual cruza otro travesaño del que cuelgan los lisos o illaguas y por debajo de estos van las pisaderas o pedales.

 Por las illaguas pasan muchos hilos y por cada uno de ellos pasa un hilo de la urdimbre. Es precisamente el armado de la urdimbre el que determina el patrón de color y diseño de la tela que se va a tejer.

 La tela va atada en un extremo al palo para urdir y este, a su vez, va atado a dos estacas que están clavadas en el suelo.

En el otro extremo se ubica un cilindro grueso de madera o pintuna que está sujeto en sus extremos por un eje de madera en los primeros horcones, en los cuales se va envolviendo la tela ya tramada.

La pala para tejer conlleva un valor intrínseco, se suele heredar de generación en generación. Es una especie de larga cuchilla o vara de algarrobo con un filo y un lomo.

Tramada la tela se golpea con la pala tres veces, se cruza el peine con los pedales, se vuelve a tramar y a golpear con la pala de algarrobo tres veces, en un movimiento repetitivo que demanda atención, precisión y dedicación para que el hilo no se corte y el tejido mantenga una adecuada tensión y estructura. La tela define la armonía y el ánimo del tejedor.

El ancho de la tela lo determina el peine, que es de 0,80 cm de ancho y el largo lo determina la propia extensión del terreno, pero no suelen superar los 8 mt.

El acto de tejer refleja el espíritu libre del pueblo y conforma una imagen muy característica del lugar. Se da al aire libre, resguardándose del sol y mirando hacia la quebrada, al cerro o un duraznero, siempre en contacto con la naturaleza.

Cuando llueve o el viento sopla fuerte, no se teje.

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Diseño

El diseño de la tela dependerá de la técnica y el saber hacer del artesano tejedor. Cuando en el tejido predomina la urdimbre, lo que se destacará serán las líneas o rayas verticales. Esta forma de tejido es característica del pueblo de San Isidro (Salta).

La trama usada será la que complemente de mejor manera al color de cada línea sin modificar el tono. En otras, será la trama la gran protagonista y la destacaremos.

En Manto cada tela es única e irrepetible, se teje un máximo de 8 mt.

Barracanes, cordellates y ojo de perdiz son las técnicas más conocidas en el noroeste para tejer las telas. Incentivamos la continuidad de técnicas y oficios ancestrales.

Para los abrigos y la indumentaria usamos puras fibras naturales. El diseño responde a la curiosidad y a la observación, es por eso que los colores que usamos tienen vibraciones y emociones determinadas. Pueden surgir de diversas situaciones que llaman nuestra atención: una piedra, un cierro, un cartel, una línea de colectivo, un film, un vestuario, un pájaro pez, una mariposa… las posibilidades son infinitas.

El abrigo tiene una textura firme y protectora. Su función es abrigar. Para la primera piel diseñamos prendas más livianas y sutiles que contrastan y equilibran la materialidad del abrigo. Proponemos expresar atemporalidad, elegancia y bienestar.

Corte

Cada abrigo es cortado a mano con tijera, uno por uno con muchísima paciencia interpretando los diseños que suelen ser verdaderos rompecabezas de distintas molderías. El proceso de corte requiere de habilidad y experiencia. Hacer coincidir las rayas es un arte y masa cuando usamos diseños geométricos.

Estampa

Todos los diseños de estampas son propios. Se realizan de forma artesanal con la técnica de serigrafía.

Sastrería

Puntada a puntada, sintiendo la aguja entre los dedos. La sastrería de Manto hilvana una expresión artística con la aguja y el hilo. Es el orgullo de un oficio tradicional en el que el afán por alcanzar la perfección es hereditario.

Botones

Los botones son piezas artesanales en sí mismas, que se integran y completan el diseño de Manto. Las manos de nuestros orfebres trabajan los metales, la alpaca, el bronce, el cobre y el caucho reciclado. Utilizan también desechos de cáscara de ñandú y astas.